Mostrando entradas con la etiqueta ansiedad. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta ansiedad. Mostrar todas las entradas

domingo, 19 de abril de 2015

"¿SOY HOMOSEXUAL Y NO LO SÉ?". UN CASO DE DUDA OBSESIVA


"Todo empezó hace unas semana. Me desperté a mitad de noche muy nervioso y mi cabeza estaba recordando una situación sin importancia de hace muchos años, cuando aún era un niño, y ya no he conseguido quitármela de la cabeza. Jugaba con un amigo, y nos tocábamos el uno al otro en nuestros genitales, sin otra intención que si hubieran sido empujones. Pero desde entonces me asalta una duda que intento por todos los medios resolver: "¿Me gustó?".

Necesito asegurarme que no me gustó, necesito estar seguro de mis preferencias sexuales... No lo entiendo, si hasta ahora no me lo había cuestionado en lo más mínimo... Pero, ¿Por qué he soñado con esto?

Lo que peor llevo son las imágenes que aparecen involuntariamente en mi cabeza, de hombres desnudos. Parece que mi mente me esté poniendo a prueba. No quiero ni pensarlas, pero ahí están una y otra vez, no quiero prestarles atención, pero la duda se acentúa: "¿Me gustarán los hombres?". Intento neutralizarlas utilizando otras imágenes que me confirmen que soy heterosexual haciendo un repaso de las relaciones sexuales que he mantenido en el pasado. Han sido muchas y satisfactorias, todas heterosexuales, pero no me quedo tranquilo. Y en el gimnasio que nunca me había preocupado ducharme con otros hombres, ni nunca me habían llamado la atención, ahora evito mirarles y si lo hago me siento muy nervioso, como si tuviera miedo a que me guste. Intento pensar en otras cosas, intento distraerme, pero ni aun así lo consigo. Y cada noche vuelvo a lo mismo. ¡Si es que ya comienzo a tener miedo a que se acerque la noche!".

Características clínicas

El caso relatado ejemplifica un tipo de Trastorno Obsesivo-Compulsivo caracterizado no por la duda acerca de la propia orientación sexual, sino por la duda obsesiva acerca de ser homosexual.

De forma similar se puede dudar acerca de las cuestiones más cotidianas, como ¿Qué ropa me pongo?, ¿Debería quedarme con este piso/ zona residencial, o cambiar a otra?, ¿Debería comprar otro coche y vender el que tengo?, o sobre relaciones personales como ¿Querré de verdad a mi pareja?, ¿Cómo sé que la quiero?

Las dudas pueden alcanzar el carácter de obsesivas apareciendo en forma de pensamientos o imágenes que se consideran intrusivas porque lo hacen en contra de la propia voluntad, y sin apenas control sobre ellas, y egodistónicas porque su aparición produce un enorme malestar. Casi todo el mundo ha experimentado alguna vez algún pensamiento intrusivo, especialmente en periodos de estado de ánimo bajo, pero no lo han vivido con tanto malestar. Lo cierto es que cuanto más escrupuloso y rígido se es respecto al contenido de dichos pensamientos, más probable es que se produzca un enorme malestar. En nuestro caso, un tema relacionado con la posibilidad de ser homosexual, pero igualmente en el caso de un hombre con creencias religiosas muy fuertes y muy rígidas, podría obsesionarse con la posibilidad de blasfemar contra Dios.
 
Los rituales mentales

Ante estos pensamientos obsesivos de nuestro caso, suele recurrirse a rituales mentales para reasegurarse en un comportamiento sexual deseado, como buscar ejemplos de su historia sexual previa en forma de imágenes “positivas“ que restituyan las imágenes temidas, las cuales se necesita eliminar lo más inmediatamente posible para aliviar el malestar que producen, pero que no resuelven las dudas suficientemente al necesitarse una seguridad plena, al cien por cien, en que no se es homosexual. Por lo que el malestar sigue aumentando, instaurado en un círculo vicioso entre la necesidad de control de las dudas y la ansiedad por no conseguirlo, que se retroalimentan entre sí, mientras se obvia la verdadera raíz de esta obsesión: la enorme importancia que se otorga a la posibilidad de ser homosexual. Otros comportamientos ineficaces son las conductas de evitación, como evitar mirar imágenes de hombres desnudos, aunque sólo lo estén parcialmente, o evitar situaciones en que puedan verse expuestos a dichos desnudos (como ducharse en el gimnasio). En conjunto, todos estos comportamientos ineficaces de neutralización son precisamente los que mantienen y dificultan superar los pensamientos obsesivos.

Vulnerabilidad psicológica

Cómo en el ejemplo relatado, el desencadenante de estas obsesiones puede constituirlo cualquier situación vivida, incluso las que creíamos sin importancia de hace años, especialmente en las personas más vulnerables por sus dificultades para tomar decisiones y resolver problemas (los indecisos), quienes suelen tener creencias erróneas acerca de que las personas debemos tener un control total sobre los pensamientos, y que sólo podemos pensar aquello que deseamos, así como poseen un sistema moral rígido y un alto perfeccionismo.

Tratamiento psicológico
 
La clave para superar este tipo de Trastornos radica en conseguir la Habituación a la obsesión hasta que deje de producir malestar, para lo cual las técnicas de elección más habituales son la Autoexposición a los pensamientos junto con la Prevención de las Respuestas ritualizadoras.

domingo, 22 de marzo de 2015

"¡SOCORRO! TENGO ANSIEDAD"

 
¿Qué es la Ansiedad?
 
La Ansiedad es un mecanismo de alarma que se activa ante cualquier percepción de “amenaza” o “peligro” real o imaginario, cuyo objetivo originariamente en nuestra especie ha sido lograr nuestra supervivencia (como en el caso de peligros que pueden resultar mortales), pero también puede activarse ante situaciones en que simplemente vemos peligrar nuestro ego, como en las que tememos hacer el ridículo o que piensen mal de nosotros. Por lo que aun tratándose de un mecanismo innato que se activa automáticamente, también puede hacerlo en las situaciones más absurdas fruto de nuestras propias experiencias previas y nuestros aprendizajes, como es el caso del temor a la falta de orden o de simetría en algunos objetos, el miedo a ser abandonados afectivamente, el temor a no hacer las cosas perfectas, etc. La mejor manera de conceptualizar la Ansiedad es asemejarla al miedo, la preocupación o la obsesión.
 
La Ansiedad positiva y la Ansiedad negativa
 
Efectivamente existe un tipo de Ansiedad que puede considerarse positiva, en la medida en que es facilitadora y ayuda a afrontar peligros reales activándonos física y mentalmente (por ejemplo, nos ayuda a esquivar un vehículo que viene hacia nosotros y no parece que vaya a detenerse mientras cruzamos un paso de peatones, o nos ayuda a pensar más deprisa para responder el máximo número de preguntas de un examen importante).

Y existe otro tipo de Ansiedad negativa, que aparece en forma de miedo o preocupación excesiva en situaciones en que no existe una amenaza o peligro real, como es el caso de subir en ascensor, hablar en público, o notar somatizaciones en nuestro propio cuerpo tales como palpitaciones o sensación de mareo. Esta ansiedad negativa en la medida que nos produzca un malestar o limitación clínicamente significativos, requerirá un esfuerzo para superarla en ocasiones incluso con ayuda psicoterapéutica, psicofarmacológica o con ambas.
 
El sistema nervioso simpático y parasimpático
 
El sistema nervioso que activa nuestro mecanismo de Ansiedad es el Sistema Nervioso Autónomo y más concretamente el Sistema Nervioso Simpático que nos prepara para la acción. Su antagonista se denomina Sistema Nervioso Parasimpático, y es el responsable de la relajación o disminución del nivel de estrés. Ambos sistemas se activan prácticamente a la vez ante la percepción de amenaza o peligro predominando la activación nerviosa, hasta que ésta comienza a disminuir imponiéndose el S.N. Parasimpático.
 
Muchas personas desconocen este funcionamiento de nuestro propio sistema nervioso por el cual la Ansiedad excesiva acaba siempre por controlarse, por lo que erróneamente llegan a necesitar controlar la Ansiedad de inmediato, o en caso contrario creen que continuará aumentando o se mantendrá a un nivel tan alto que les llevará a sufrir algún fallo de gravedad en su organismo, por ejemplo un infarto, temor que por otro lado aumenta más aún su Ansiedad, instaurándose en un círculo vicioso del que les cuesta mucho salir. Así suele ocurrir con los Ataques de Pánico o Crisis de Ansiedad, en los que el miedo se dirige a la falta de control de la propia Ansiedad y de su sintomatología asociada.
 
Los tres "ingredientes" de un trastorno de ansiedad
 
El componente más visible de la Ansiedad son los Síntomas físicos o psicológicos, principalmente las palpitaciones, la opresión en el pecho, la dificultad para respirar, la sensación de mareo y el malestar en el estómago. Constituyen las señales más claras de que estamos ansiosos.
 
Pero existen otros dos componentes que suelen pasar desapercibidos, y cuya importancia en la clínica de la Ansiedad es fundamental. Por una parte los Pensamientos e Imágenes, que suelen tener características catastróficas acerca de la posibilidad en la ocurrencia de algo malo o de no poder soportar la situación temida, que pueden aparecer de forma automática y que están directamente relacionados en muchas ocasiones con la activación de la ansiedad al percibirse una amenaza o peligro.
 
Por otro lado, las Conductas o formas de reaccionar ante la situación que nos produce Ansiedad, de gran relevancia cuando se trata de conductas de huida de la situación temida (por ejemplo marcharse a casa, o marcharse del lugar donde lo estoy pasando mal), conductas de evitación (por ejemplo no volver a ese lugar donde lo he pasado mal), o conductas de seguridad (por ejemplo acudir acompañado, o llevar las pastillas en el bolsillo continuamente como medida de protección).
 
¿Qué hace que se mantengan los problemas de Ansiedad?
 
Son precisamente este tipo de conductas mencionadas, cuya funcionalidad no es otra que la de aliviar el miedo lo más inmediatamente posible, las que también impiden superarlo cuando se trata de situaciones en las que no existe amenaza o peligro suficientes, ya que dichas conductas de evitación, huida o seguridad tienen una segunda funcionalidad, en este caso a medio y largo plazo, al impedir que nuestra mente logre la habituación esperable a estas situaciones hasta controlar el nivel de ansiedad, por lo que nuestro cerebro sigue valorándolas como peligrosas, y sigue activando el mecanismo de alarma una y otra vez, incluso tan solo con pensar en ello.
 
En ocasiones, consideramos que no tiene importancia tenerle miedo a algo o padecer una única Fobia. Lo que solemos desconocer es que a partir incluso de un único miedo se puede llegar a generalizar dicho miedo a otras situaciones parecidas o a futuros miedos sin relación alguna, es decir desarrollamos cierta vulnerabilidad a nuevos problemas de Ansiedad.
 
web: http://www.peritopsicologo.es/